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Guía básica del Envero

Envero. Para muchos, es una palabra que resuena con la misma elegancia que un Burdeos añejo. Para otros, es un término esperando ser descubierto, como una joya oculta en un mar de jerga vitivinícola. Pero para aquellos que han tenido el privilegio de caminar por un viñedo al final del verano, el envero es una sinfonía: una danza hipnótica de la naturaleza que encuentra su crescendo en nuestras copas de vino.

¿Alguna vez haz reflexionado sobre la belleza intangible escondida en rincones invisibles del mundo? Eso es el envero. No es solo una fase en el ciclo de vid o las uvas; es la transformación en sí, tanto metafóricamente como literalmente. Si usted explorara un viñedo, se deleitaría con las historias contadas por cada surco, cambiando de color, endulzándose bajo el sol, narrando cuentos de terruños, tiempo y depredadores.

Entendiendo el Envero

Derivado del término francés 'ver' (volverse verde), el envero marca el comienzo de la maduración de la uva. Pero es más que un simple cambio de color. Karen MacNeil, en su obra seminal "The Wine Bible", resalta los profundos cambios metabólicos que ocurren durante este período. Hasta este momento, las uvas son ácidas, duras y, francamente, poco apetecibles. Pero a medida que el envero se manifiesta, metamorfosean. Se endulzan, suavizan y se impregnan de sabores que varían desde lo familiar hasta lo insondable.

Las uvas blancas, aunque menos dramáticas en su exhibición, no son menos transformadoras. Pasan de una densa opacidad a una luminosa translucidez dorada, señal de que también se unen a esta etapa de maduración.

El Ballet Metabólico de una Vid

Es un proceso que parece poesía, pero debajo de la superficie, es un complejo ballet de procesos metabólicos. UC Davis, un pináculo en estudios vitivinícolas, se adentra profundamente en esto. Con el inicio del envero, la vid cambia su estrategia. En lugar de centrarse en la fotosíntesis o en la creación de energía, redirige su energía hacia su fruto. Los azúcares se bombean en las uvas, la acidez disminuye y los compuestos que más tarde contribuirán al aroma y sabor del vino comienzan a desarrollarse. Es una danza de química y botánica, un delicado equilibrio coreografiado por la naturaleza.

Los pigmentos en las uvas - antocianinas en las rojas y carotenoides en las blancas - no solo contribuyen a la estética. Como ilustra Wine Folly (haz click para leer este interesante artículo acerca del Envero), actúan como una armadura, protegiendo la fruta madurante del abrasador sol y otros agresores ambientales.

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De las Decisiones en el Viñedo al Vino que Bebemos

El tiempo post-envero es crucial. Establece el momento en que las uvas serán cosechadas, arrancadas de sus vides y llevadas a la vinícola para fermentar. A medida que los azúcares en la uva aumentan, medidos en grados Brix, y la acidez disminuye, los enólogos mantienen una vigilancia, esperando ese perfecto momento de equilibrio. La danza está alcanzando su clímax.

Pero, como todo en el vino, nunca es solo sobre ciencia. Se trata de decisiones, filosofías y relatos del terroir. En climas más fríos, los viticultores pueden podar racimos para asegurar que las uvas restantes maduren óptimamente. En regiones más cálidas, se podrían recortar hojas para ralentizar el proceso de maduración, esperando días más frescos. Cada decisión, cada corte, cada período de espera es una oda al producto final: el vino que encarna esa tierra, clima y cuidado.

Desafíos y alegrías del Envero

Sin embargo, el envero no está exento de desafíos. Algunas variedades de uva son las divas del mundo vitivinícola. Pinot Noir, Malbec, Zinfandel, por nombrar algunas, a menudo muestran una maduración desigual. Un solo racimo puede tener uvas perfectamente maduras, listas para la bodega, junto a otras obstinadamente verdes que se niegan a unirse a la fiesta. Este desafío puede resultar en vinos que, aunque aromáticos, saben desequilibrados.

Sin embargo, son precisamente estos desafíos, estas peculiaridades e intrincadezas, lo que le da al vino su atractivo. Si Robert Mondavi escribiera sobre sus experiencias en un viñedo durante el envero, probablemente hablaría de las historias humanas entrelazadas con las botánicas. Hablaría del enólogo, el agricultor, el suelo y el cielo. Hablaría de la reverencia, la anticipación, la esperanza y la pura maravilla de ver a la naturaleza hacer su magia.

En Conclusión

El envero, en esencia, es una historia. Es un relato de transformación, de paciencia, de desafíos y de la dedicación inquebrantable de aquellos que ven el vino no solo como una bebida, sino como un arte y una ciencia. Es un viaje desde la vid hasta la botella, capturando la esencia de la tierra, el clima, el cuidado, la artesanía y la ciencia en una copa.

En el gran tapiz de la vinificación, el envero es un capítulo que nos recuerda las maravillas de la naturaleza y la pasión del esfuerzo humano. Es ese momento efímero donde se reconoce el potencial, donde la promesa de una cosecha abundante está en el horizonte, esperando ser realizada.

Así como Bourdain se deleitaba en las intrincadas historias detrás de cada platillo y receta familiar, detrás de cada botella de vino hay una narrativa propia. Los meses de espera, observación y cuidado. Las conversaciones susurradas entre el enólogo y las vides. El juego con la naturaleza, a veces benevolente, a veces tempestuosa. Cada botella es la encarnación de los desafíos, triunfos y relatos de ese año.

Mientras que el bebedor casual puede simplemente disfrutar de un vino por sus sabores, para aquellos que buscan profundizar, el envero ofrece una ventana al alma misma del vino. El equilibrio entre dulzura y acidez, la profundidad de los sabores, los matices del terreno y el clima, todos encuentran sus orígenes en esta fase.

Este viaje de la uva, de ser una pequeña perla verde, dura y ácida a una fruta jugosa y llena de azúcares y sabores, es muy similar al viaje de la vida misma. Se trata de crecimiento, cambio, madurez y transformación. Y, al igual que en la vida, en el envero, no hay garantías. Pero hay esperanza, experiencia, cuidado y la voluntad pura de crear algo excepcional.

Las regiones con plagas, como las aves ávidas de uvas o los astutos herbívoros que comen frutas, añaden otra capa de drama a la historia. Imagina redes lanzadas como hechizos protectores, salvaguardando el precioso cargamento de estos pequeños saqueadores. No se trata solo de hacer vino; se trata de defender un legado, el trabajo de un año y una pasión.

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Además, las variaciones en el envero de una variedad de uva a otra, de una región a otra, nos ofrecen una multitud de vinos, cada uno con su carácter, historia y esencia únicos. Esa maduración desigual en un Pinot Noir no es un defecto; es una característica distintiva, una peculiaridad que le da identidad al vino.

El envero no es solo un término técnico para aquellos en el negocio del vino. Es una filosofía. Un recordatorio de que la belleza a menudo se encuentra en el viaje, no solo en el destino. Que la paciencia, el cuidado y la comprensión de la naturaleza pueden producir resultados que rozan lo mágico.

Al final, cuando destapes una botella y viertas ese líquido brillante en tu copa, tómate un momento. Piensa en el proceso natural del envero, las historias en esos viñedos y las manos que elaboraron el vino en tus manos. El vino, después de todo, no es solo una bebida. Es poesía, historia, geografía, arte, ciencia y pasión, todo en una botella.

Así que, la próxima vez que te encuentres con una mención del envero o te halles en medio de viñedos presenciando esta maravilla, recuerda: no solo estás mirando uvas madurando. Estás observando la ópera de la naturaleza, un cuento de transformación, cantado por la naturaleza de las vides, compuesto por la tierra y dirigido por las innumerables almas que creen en la magia del vino. ¡Salud por ellos y salud por el envero!